Los costarricenses en nuestra gran mayoría, contamos con un grave síndrome, que nos afecta directamente y en ocasiones puede afectar a segundos.
La vergüenza, es un mal que se trae desde la niñez, etapa donde diversas situaciones pueden marcar nuestra vida para siempre, con traumas y malas experiencias que quedan en la mente y es dicifícil sacarlas de la memoria emocional.
Muchos adultos en la actualidad ya viven llenos de inhibiciones, y es que las personas que se sienten avergonzadas con frecuencia no son libres, no se aman y viven en un mundo de idealizaciones, pensando muchas veces que son despreciados por los demás.
La vergüenza, es un mal que se trae desde la niñez, etapa donde diversas situaciones pueden marcar nuestra vida para siempre, con traumas y malas experiencias que quedan en la mente y es dicifícil sacarlas de la memoria emocional.
Muchos adultos en la actualidad ya viven llenos de inhibiciones, y es que las personas que se sienten avergonzadas con frecuencia no son libres, no se aman y viven en un mundo de idealizaciones, pensando muchas veces que son despreciados por los demás.
Esto es resultado también de malas enseñanzas durante su infancia y malos tratos que consecuentemente provocarán hasta baja autoestima.
Nadie se escapa de una niñez en donde la vergüenza por cualquier motivo sea pan de cada día, sin embargo con el pasar de los años, durante etapas de cambio y crecimiento, esas inhibiciones comienzan a desaparecer y empezamos a valernos por nosotros mismos, sabiendo que no se depende de nadie y que las represiones lo único que harán es impedir una vida estable y una seguridad personal y emocional.